Poesía en acción



Nota en el suplemento Señales, de La Capital. 
Domingo 21 de septiembre de 2014, Rosario.



Poesía en lengua española del siglo XXI, poesía de Rosario, Juan José Saer. Esas son las etiquetas con las que se presenta este año el Festival internacional de Poesía de Rosario, que iniciará una nueva edición el próximo jueves, con la participación de destacados poetas nacionales e internacionales y una programación que además de las lecturas habituales en los eventos de su tipo agrega talleres, espectáculos, trasnoches y diversas actividades en distintos puntos de la ciudad.
La vigésimo segunda edición del encuentro se realizará en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, el Teatro de Plataforma Lavardén, el Centro Cultural Parque de España y en otros espacios de la ciudad hasta el próximo domingo, con poetas argentinos e invitados especiales de España, Alemania, India, México, Uruguay, República Dominicana, Paraguay, Bolivia, Colombia y Perú. Se realizarán los talleres Programas de escritura, a cargo de Mario Ortiz; Edición independiente de libros, por Gustavo López; Producción de la Revista Virtual del Festival, coordinado por Pablo Makovsky; y Reescribir la historia desde el poema, por Pablo Fidalgo Lareo. Además tendrá lugar la Feria de editoriales de poesía, un ciclo de conciertos relacionados con el género y lecturas de trasnoche en el bar Bienvenida Casandra. “El Festival ya es política de Estado”, dice Martín Prieto, coordinador general, al adelantar el plan de la nueva edición en la siguiente entrevista.
-¿Cómo se plantea esta edición del festival, qué balance hacen de los anteriores y cómo sitúan el actual respecto del futuro?
Para esta nueva edición del Festival hemos trabajado sobre tres ejes constitutivos: el homenaje a Juan José Saer, la publicación y presentación de Mil millones y la utilización del Festival como una suerte de caja de resonancia y cañón de proyección de las nuevas publicaciones de los autores de nuestra ciudad. Esto último me parece muy importante: acompañar, desde la dimensión de un Festival internacional, la publicación de El año de Stevenson, de Elvio Gandolfo, de La casa en llamas, de Rubén Echagüe, de Ancora, de María Lanese, de Estrago en la luz, de Malena Cirasa, de Mapa, de Marcelo Scalona, de Los Noctiluca, de Ana Victoria Lovell.  Después está la dinámica propia del Festival, que tampoco puede programarse con coordenadas de acero. Hacía varios años que veníamos invitándola a María Teresa Andruetto, finalmente pudo venir esta vez, lo mismo sucedió con Pedro Mairal, surgió la posibilidad de que viniese Carlos López Degregori, un poeta muy importante del Perú y, además, autor de un par de antologías de poesía peruana de primera línea. Es decir, hay una estructura y por debajo o a los costados, mucha movilidad.

-¿Por qué homenajear a Juan José Saer? ¿Cuál es el lugar de Saer respecto de la poesía argentina contemporánea? ¿No está ausente como referencia, por ejemplo si uno lee la antología 30.30 que se presentó el año pasado?
Este año se publicaron los poemas borradores e inéditos de Saer. En la tapa del libro aparece la copia de un poema manuscrito en un papel membretado del Palace Hotel, que quedaba en Córdoba y Corrientes. En el libro hay además unos nocturnos a Rosario, un poema dedicado a Helvecia, hay mucha topografía santafesina. Nos pareció una linda oportunidad de que el Festival volviera sobre Saer -quien participó, como invitado, en la edición del año 2000, instancia de la que se conserva un discreto registro audiovisual, pero un excelente audio. Creo que el mejor audio que se conserva de Saer leyendo poemas. Algo de eso se escuchará también en el homenaje. Y con esa inquietud, sondeamos el panorama. Le preguntamos a María Teresa Gramuglio, que es la gran especialista de Saer, y que es de Rosario, y que publicó su primer libro hace menos de un año en la Editorial municipal, si acaso no querría venir a dar una conferencia sobre los poemas de Saer, le preguntamos a Jorge Fandermole si no querría venir a cantar sus canciones saerianas, le preguntamos al Tigre Isaías, a Fabián Casas y a Francisco Bitar si no querrían venir a discutir la vigencia de la obra poética de Saer, le preguntamos a su amiga de siempre, de las épocas del Instituto de cine de Santa Fe, Marilyn Contardi, si no querría venir a leer poemas de Saer. Todos quisieron. Quisieron en menos de un minuto. ¿Cómo no hacerlo? Y no, no estoy de acuerdo con que sea una referencia ausente. Una referencia importante, una influencia es también algo de lo que se huye, ¿no?

-La edición de 30.30 y ahora de Mil millones, ¿apunta a anticipar la novedad en poesía?
Creo que una de las cosas más importantes que se hicieron en las últimas ediciones del Festival fue la incorporación de “el libro del Festival”. Fue una idea extraordinaria que permitió que el Festival siguiera después del Festival, que lo trascendiera, que llegara hasta donde llega cada uno de los ejemplares de los libros publicados. El 30.30 se inscribe dentro de esa serie. Y es un libro al que le fue muy bien. Las críticas publicadas fueron muy auspiciosas, fue muy importante el deseo que se movió a su alrededor -ganas de estar, bronca por no estar: esas cosas también hablan de un libro de esas características. Y, además, la selección del libro para formar parte de la colección de poesía Juan Gelman, del Ministerio de Educación de la Nación, que posibilitó una segunda tirada, de doce mil ejemplares, que se distribuirá en las escuelas secundarias de todo el país. Con ese respaldo decidimos doblar la apuesta y hacer una antología internacional de poesía del siglo XXI escrita en español. Y con el acompañamiento de la red de Centros culturales de España, de la Embajada de México, del Filba, de Acción Cultural Española, logramos que nos acompañen, en la presentación del libro, muchos de los autores seleccionados: de España, de Santo Domingo, de México, de Paraguay, de Uruguay, de Bolivia, de Perú, de Colombia, de Costa Rica.

-Los poetas jóvenes tienen una presencia predominante en el festival. ¿Qué líneas aparecen, qué novedad o punto de ruptura podría situarse por ejemplo en el caso de la poesía argentina respecto de la poesía de los 90 o de la primera década de este siglo?
Yo diría que es una presencia importante: no predominante. Y que esa era una deuda que tenía el Festival, la historia del Festival, con los jóvenes poetas. En una época se los programaba a la mañana. Luego se los programó en los trasnoches, en los bares. Finalmente fueron ubicados en la programación central. ¿No es lindo que sea el Festival, también, un espacio de revelación de nuevos poetas? ¿Si el Festival hubiese existido en 1923 no hubiese sido lindo que viniera el joven Borges a leer sus fresquísimos poemas de Fervor de Buenos Aires, independientemente del resquemor que su presencia hubiese causado entre la vieja guardia modernista y postmodernista?

-Seguramente. Ahora, en los últimos años, hubo algunas críticas respecto de una pérdida de público y por el cambio de la sede histórica del festival, el ex Bernardino, que ahora parece recuperar un lugar más importante. ¿Qué proyección puede hacerse para el futuro?



El Festival se constituyó y se fortaleció y creció, desde su primera edición, a partir de las críticas. En aquel entonces, recuerdo, en Diario de Poesía publicamos una carta de Aldo Oliva en la que renunciaba a leer en el Festival porque lo habían programado en una mesa junto con otros ocho poetas -y las legendarias lecturas de Aldo eran de largo alcance. Ahora hay una nostalgia manifiesta aquí y allá por las, en efecto, lecturas desbordadas de público que se hacían en el Bernardino en los años 90. Pero, ojo, esos eran los paradójicos efectos “positivos” de las lamentables políticas públicas culturales del menemismo. En ese entonces Rosario era un bastión de la resistencia. Ahora las políticas públicas culturales de la Nación, de la provincia, han cambiado positivamente, en muchos casos, eso está claro, tomando como ejemplo -no siempre de manera explícita desde la Nación- las políticas de la ciudad. Y entonces hay un Festival de poesía en la Feria del Libro en Buenos Aires, hay otro Festival en Córdoba, existe el Filba, existen lecturas en la Feria de Tecnópolis, hay lecturas acá y allá. Y esa condición de “templo de la resistencia” que tuvo en su momento el Festival, desapareció. Por suerte desapareció. Pero a cambio, y para seguir marcando tendencias, el Festival se ha expandido por toda la ciudad, desde El Obrador hasta la Biblioteca Estrada, desde el Rosa Ziperovich a la Facultad de Humanidades, desde el Felipe Moré hasta la Feria del Bulevar, desde la Biblioteca Argentina hasta el Superior de Comercio. Y sacamos los libros -de los jóvenes, sí, pero también de Juanele, de Urondo, de Tuñón, de Beatriz Vallejos. Y hacemos la feria de editoriales de poesía independiente con apoyo material para que los editores de todo el país puedan venir a Rosario a vender sus libros. Y hacemos los talleres y las clínicas, que tienen, siempre, cupos completos y que le dan al Festival una dimensión formativa también ¿El año que viene? Lo empezaremos a pensar el lunes 29 de septiembre. Lo único que sabemos es que habrá nueva edición del Festival. Que no es un asunto que se discuta en el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, ni en la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, ni el Parque de España. El Festival ya es política de Estado.

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